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ÁNGEL CERVIÑO


REMATE DE MALES
..
en la reunión del grupo de autoestima el primero en hablar fue el muerto / evocó recuerdos de su autopsia / pero ni con esas consiguió interesar al resto de los dolientes / algunos que estaban fumando fuera se hicieron los distraídos y no entraron hasta bastante después de que el moderador hiciera sonar la campanilla señalando el inicio de la sesión / otros miraban abstraídos al techo / incluso dos del fondo lo estaban pasando en grande cuchicheándose al oído algo terriblemente jocoso / cuando terminó el muerto se sentó / pues aquí se habla desde el sitio de cada uno / el que quiere intervenir se levanta y ya está / hace tiempo que se eliminaron las salidas al estrado para facilitar las cosas a los más retraídos / el siguiente que se decidió a hablar fue el heterónimo / se mostró excesivamente formal y atildado / cargando la suerte en la etiqueta convencional de esta clase de encuentros / me llamo fulano / soy un heterónimo / y todo ese rollo en argot de rehabilitación / se quejó de que no tenía ombligo / es lo único que recuerdo / el moderador tuvo que agitar esta vez con energía la campanilla para despertarnos y conseguir que alguno se animara a continuar / el que se levantó / en realidad se puso de pie sobre su asiento / fue el muñeco del ventrílocuo / que suele mostrarse muy locuaz en cuanto el individuo del esmoquin le retira la mano del interior de la garganta / él lo trae a las reuniones y lo recoge al final sin decir palabra cuando ya estamos empezando a salir / pero nunca se queda a escuchar / actitud que los demás consideramos de un pudor exquisito / el muñeco carraspeó y comenzó su charla con una hermosa voz aterciopelada / modulando y separando cada sílaba como un verdadero profesional / dijo que le costaba relacionarse con el mundo cuando se encontraba fuera de la realidad franca y sin dobleces de un plató o de un escenario / lugares donde una historia puede desarrollarse sin interferencias / con absoluta claridad / con la iluminación medida y el sonido calibrado en tono e intensidad / dentro de un espacio perfectamente delimitado y diseñado con vocación de sentido hasta en los detalles más modestos / dijo que cuando salía a la calle el espectáculo le resultaba confuso / demasiados estímulos encabalgándose unos sobre otros / penosa iluminación / mucho ruido / fragmentos de conversaciones apenas inteligibles / un desorden aterrador que lo atenazaba y se negaba a salir durante semanas del arcón si no era para las actuaciones / parecer ser que se quedaba allí doblado en posición fetal / con los ojos cerrados / sin responder siquiera a los cariñosos o preocupados golpecitos sobre la tapa / la suya fue una intervención bastante deprimente / que en parte explica la cara apagada y el gesto decaído del tipo que lo maneja cuando entra para llevárselo / ahora sí que nos costó coger otra vez el tono / el siguiente en levantarse fue el escritor de anuncios autista / un verdadero maestro de la persuasión en sus buenos tiempos / sus intervenciones suelen tener un punto de sorpresa y una cuidada puesta en escena / en esta ocasión se limitó a mantenerse erguido mirando en redondo a la concurrencia durante unos quince minutos / sin decir palabra / todos respetamos su elección tal como orientan las reglas / cuando dio por concluido su turno simplemente volvió a sentarse / alguno con los ojos semicerrados no se percató de que había terminado hasta que oyó hablar al siguiente / que fue el pintor iconoclasta / parecía muy alterado y su intervención resultó balbuciente / errática / y un poco peor que incomprensible / comenzó diciendo algo sobre las sombras de los gatos / más tranquilas que las de los perros a su parecer / aunque por contra más temerosas de las tormentas / luego no se sabe cómo ya estaba describiendo imágenes de algún sueño / fragmentos inconexos mezclados a trompicones con recuerdos de su infancia / que resultaron ser lo único mínimamente inteligible / pero al momento lo estropeó todo lo que pudo / que fue bastante / cuando anunció que para terminar iba a recitar unos poemas / todo el mundo sabe que aquí no venimos a pavonearnos / y mucho menos a hacer de extras mientras otro se pavonea / aquí cierto tipo de cosas no están bien vistas / así que en cuanto empezó se oyeron los primeros murmullos recriminatorios y el removerse de la gente en sus asientos para comentar con gestos el despropósito / pero él siguió a lo suyo y acababa de declamar algo así como / “solos tú y yo y el puto Tao” / cuando alguien le gritó / pero qué chamuyas loco / y ahí se montó el quilombo / él se abalanzó / el otro no se acobardó / volaron sillas y golpes / y al rato lo sacaron de la sala / aturdido / con la cara ensangrentada / y ya fue imposible continuar / la reunión se terminó en la calle / todos hablando a la vez / entusiasmados / despidiéndonos con abrazos / y jurándonos unos a otros que ni borrachos faltaríamos a la cita la próxima semana /
..
(Ángel Cerviño, El ave fénix solo caga canela, DVD Ediciones, 2009)

MICHEL HOULLEBECQ

MON CORS EST COMME UN SAC...
.
.
Mi cuerpo es como un saco surcado de hilos rojos
La habitación está oscura, mis ojos brillan débilmente
Me da miedo levantarme, noto por dentro
Algo blando, maligno, que se mueve.
.
Hace años que detesto esta carne
Que recubre mis huesos. De superficie adiposa,
Sensible al dolor, levemente esponjosa,
Un poco más abajo, un órgano se tensa.
.
Te odio, Jesucristo, por haberme dado un cuerpo
Los amigos se esfuman, todo huye, deprisa,
Los años pasan, se escurren, y nada resucita,
No deseo vivir y la muerte me aterra.
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(Michel Houellebecq, Supervivencia, op. cit.)

LLUÍS PONS MORA



Atravieso la madrugada con el alma sudada.
No represento ninguna cosa.
Mezclando todo. Tirando el resto.
Hablando de esperanza con nuestro silencio.
Hablando de poederes sin una palabra.
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Hoy he venido a acabarme la luna de anoche.
Hoy comprobaré si este telón es firme.
.
(Lluís Pons Mora, en Poesía para bacterias, Huesca, Cuerdos de atar, 2007)

DÉBORAH VUKUŠIĆ

CUENTO CUENTOS...
.
cuento cuentos

me cuento cuentos a mí misma
cada noche
para recordarme la ilusión que perdí
los niños quieren que les lean el mismo cuento
una y otra vez
se lo apreden de memoria
y cuando los padres se equivocan
o se saltan algún párrafo
para agilizarles el sueño
los recriminan y piden que vuelvan atrás
así se cambian los roles
y son los niños
quienes dicen a los padres
lo que deben hacer o decir
.
cuento cuentos
me cuento el mismo cuento cada noche
para decirle al futuro
cómo tiene que ser
.
(DÉBORAH VUKUŠIĆ, Guerra de identidad, Tenerife, Baile del Sol, 2008)

CHARLES BUKOWSKI


Celebramos con adelanto el aniversario del nacimiento de Charles Bukowski (el 16 de agosto hubiera cumplido 90 años) con estos tres vídeos en los que encontramos verdaderas exquisiteces, como la música de Johnny Cash o a Tom Waits recitando un poema del autor de La máquina de follar:







NACHO TAJAHUERCE


Y COMPRENDER QUE

.
las palabras van perdiendo todo su significado,

como los amigos inservibles,

como los rayos de sol al atardecer.

Las palabras no escritas

están heridas de muerte.

.
(Nacho Tajahuerce, en Poesía para bacterias, Huesca, Cuerdos de atar, 2007)

FELIPE ZAPICO ALONSO


TRAGOS
.
La noche fue un ladrido de perros;
lenguas ásperas y gargantas roncas,
ideas mudas apelotonadas junto a las cejas
y el resquemor de un adiós rápido.
La ropa ovillada a los pies del sofá
inicia su llamada continua y martilleante;
es entonces, cuando los barrenderos
.......................[arrastran sus pies contra
el alba
y
los pájaros comienzan a buscar las moscas,
el momento de vomitar silencioso en cualquier rincón de la
memoria.
.
(Felipe Zapico Alonso, Tragos, Mikado Libroblogs Nº 3 de la Colección Traviesas de Poesía, León, 2008)

CARLOS OBREGÓN

El 1 de enero de 1963, a los treinta y tres años, el poeta colombiano Carlos Obregón ingiere una sobredosis de barbitúricos en Madrid... Tiempo antes había encargado un recordatorio de su muerte, con una imagen de la Virgen y este poema:
.
HUYE EL TIEMPO Y TÚ PERDURAS...
.
HUYE el tiempo y tú perduras,
surges de la apariencia
como una flor secreta
que en la luz se desvela
y el ser desde su noche
te incendia con su fuego.
Ya no es la muerte una frontera
sino un velo de sombra
y tiempo diluido,
cuando todo es hallazgo
y tu rostro sereno
nos ama y nos reclama
con su sonrisa eterna.
.
(José Luis Gallero ed., Antología de poetas suicidas, Varios autores, Árdora Ediciones, Madrid, 2005)

GSÚS BONILLA

.
ESTE POEMA –lo escribieron a medias– los huesos
y el desasosiego de mis muertos.
.
de donde yo vengo, de donde yo era
se le conoce a una fuente como la del espino
y cuando era chico –poco antes de ahora-
había una higuera y comíamos higos.______hoy
al lado de aquella infancia hay una ermita
que rinde pleitesía a una virgen de mentira;
.
pero siempre_________ –cuando yo era chico–
poco antes de ahora
hubo un camino preñado de secretos
con su cuneta sembrada de silencios
y mi ignorancia._______llegaba el buen tiempo
.
y florecían
rosas y zarzas_____________ con sus espinas.
¿de dónde yo vengo? ¿cuándo yo era?
.
(Gsús Bonilla, del libro inédito Gsús, entre cristianos y paganos. Extraído del blog Neorrabioso.)

RIMBAUD SEGÚN HENRY MILLER


EL TIEMPO DE LOS ASESINOS
.
Rescatamos de nuestra biblioteca "insólita" este apasionante ensayo sobre Rimbaud y reproducimos estos fragmentos:
.
"Nadie pudo desear más ardientemente entregarse que él. De niño se dio a Dios, de joven al mundo; y en ambos casos se sintió engañado y traicionado... La esencia de su ser permanece intacta, inconmovible, inaccesible."
.
"El hecho de que sólo pudiera mantenerse intacto renunciando a su vocación es un tributo a su pureza, pero al mismo tiempo una condenación de su época."
.
"Permitirá que sus sueños sean aniquilados, pero no mancillados. Había vislumbrado la vida en todo su esplendor y plenitud; no traicionaría esa visión convirtiéndose en un ciudadano domesticado del mundo."
.
"Persigue lo imposible... El hecho de que hayamos elaborado estos conceptos, que poseen el más profundo significado para nosotros, significa que son realizables... El hombre de genio vive generalmente como si estos sueños pudieran cumplirse. Está demasiado cargado de la energía que generan para desprenderse de ellos."
.
"No puede vivir con sus ideales a menos que éstos sean compartidos, pero ¿cómo comunicarlos si no habla el mismo idioma que su prójimo?... ¿Qué significado más lógico podemos dar a su paso fugaz por la Tierra que la de emisarios de otro mundo?... Su concepción de las cosas es similar a la de un hombre venido de un mundo tetradimensional y que debe sobrevivir en otro tridimensional... El soñador debe contentarse con soñar, confiado en que la imaginación crea sustancia. Esa es la función del poeta, la más alta porque lo conduce a lo desconocido, a las fronteras mismas de la creación".
.
(Henry Miller, El tiempo de los asesinos, Madrid, Alianza Editorial, 1983)

JOSÉ LUIS PIQUERO


RIMBAUD
.
Yo no quiero ser yo. La vida entera
la gasté en reinventarme, como un fénix doméstico.
Me fui sobreviviendo como pude.
.
Yo no sé quién soy yo. Tal vez la máscara

debajo de la cara. La pregunta.
.
Yo no pude ser yo. Y el minucioso

trabajo de vivir sin heroísmo se quedó para otros.
La verdad es la triste descripción del secreto.
No quise ser verdad. Quiero ser Nadie.
.

(José Luis Piquero, El fin de semana perdido, Barcelona, DVD Ediciones, 2009)

BRENDA AZCOZ


Fui solidaria
durante algunos años
Médicos mundi
...............del mundo
...............sin fronteras.
Pensé en convertirme en payaso
y acompañar la luna
con mi sonrisa de flores
..............................y un paraguas.
Pero,
...................¿dónde la solidaridad
para conmigo?
.
Ahora ,
puede ahogarse la luna
en mi memoria negra.
.
(Brenda Ascoz, de 23 Pandoras: Poesía alternativa española. Selección y prólogo de Vicente Muñoz Álvarez, Baile del sol, 2009).

CAMILO DE ORY


BUENOS AMIGOS
.
Tres hurras por el óxido
que devuelve
la dignidad perdida
al objeto
vilmente repintado
y dota
de salvadora pátina
al que
nunca
la tuvo.
..
(Camilo de Ory, Por qué sólo beso a las estatuas,
Renacimiento, 2009)

MARIO CRESPO


EL LADO POSITIVO

Dicen que antes de morir
vemos una luz
.
Debe ser la única
que no está incluida
en la factura de Endesa
.
P
[Poema extraído del blog Hankover (resaca)]

PEDRO FLORES


PEDRO Y EL TREN
.

y, muchachos, os lo creáis o no,
vi el Mundo a través de mi Cuello.
Pedro Casariego Córdoba

.

El tren ha remontado ya el túnel
(vendrá la muerte y tendrá tus faros)
cuando un hombre se apresta a sumergirse en la sombra.
Pedro el vagabundo ejecuta su última pieza de piano
en las vías heladas por el invierno de Aravaca.
Entonces, la desaceleración infinitesimal
que provoca todo el hastío de su esqueleto
al chocar con toneladas de tecnología
produce una breve nota en un diario.
Y la "hierba que se hace suela"
de dos zapatos vacíos.
.
(Pedro Flores, En los planes de nadie, Ayuntamiento de las Palmas de Gran Canaria, 2007)

PEDRO CASARIEGO CÓRDOBA

TE QUIERO PORQUE TU CORAZÓN ES BARATO
.
Te quiero.
Te quiero
porque tu corazón es barato.
.
Yo soy un actor secundario
que se siente muy débil
porque no come lo suficiente.
Estoy ahí sentado,
sentado en una silla amarilla;
el suelo es amarillo,
está hecho de hojas muertas.
He olvidado mi papel.
Algún pájaro ha escrito en mi silla
el nombre de un actor importante.
El público está formado por miles de pájaros muy cultos
y espera ver algo grande.
Yo he olvidado mi papel
y mi piel de actor está llena de hongos;
estar plagado de hongos
y no comprar un tubo de pomada en la farmacia
hace que me sienta como un salvaje.
.
Pienso en la película
“Sangre sabia”, de John Huston.
.
Pensar es muy trabajoso,
pensar es muy trabajoso.
Se me ocurre una frase bonita:
“La primera letra de tu nombre
es la letra de una canción,
y tus ojos son la música de esa canción;
tú estás muy guapa cantando la canción,
ni siquiera necesitas mis aplausos.
”Quisiera que mi sangre fuera sabia.
Mi sangre, todos los veranos,
busca heridas para salir a tomar
el sol.
Entonces, cuando las encuentra,
se seca,
como se secan las hojas de los
árboles y de los libros.
.
Tengo 25 años.
Si te revelo
este secreto de calendario
es para que comprendas
que estoy doblando una curva
y que tú puedes estar después de la curva
haciendo auto-stop.
.
Soy un hombre puro y huraño,
pero no soy amigo de Dios.
Reconozco, sin embargo,
que me gustaría hacerme una foto con Él,
aunque sólo fuera para salir en el periódico
y dejarte boquiabierta a ti.
.
Mírame:
debería estar fundando un hogar
y quiero ser atracador de bancos.
Tápame con una manta
y rompe el termómetro:
tengo fiebre
y tengo frío.
.
Soy puro y soy huraño,
pero no soy amigo de Dios:
.
Sus barbas me parecen demasiado
blancas, como si hubieran robado
a la nieve toda su belleza sin
dejar nada a cambio;
Dios es un jugador de ventaja,
un jugador muy importante,
un jugador
imprevisible.
Dios castiga y perdona porque sí:
puede que me ame
más que a los que Le aman.
.
Alguien ha grabado en mi espalda una boca azul.
Una risa que se derrumba cae desde la boca azul.
Pagaré una fortuna a quien borre el tatuaje.
Hoy prefiero una boca roja de mujer prohibida.
.
Estoy lleno de tatuajes:
mis recuerdos son tatuajes,
hasta mi pasado es un tatuaje,
cada mano en la mía es un tatuaje.
.
Me aparto cuando alguien se
acerca a mí.
A veces quiero que se acerquen los que nunca se acercaron.
A veces quiero que mi madriguera esté
vacía,
porque mi corazón está vacío:
yo lo vacío personalmente todas las mañanas.
.
Quizá la Iglesia sea el casino de Dios.
.
Yo ya no tengo esperanza,
yo ya soy desesperación.
Veo cómo llegan los borrachos;
me asusto y me oculto
entre las botellas vacías, entre
los bares y sus luces perdidas para siempre.
Que olviden, que olviden:
yo no olvido;
que perdonen, que perdonen:
yo no puedo perdonar
la muerte agria de mis días.
Tengo miedo:
todos los bomberos llevan chistera
en este planeta de locura.
Aquí nadie puede escribir la palabra “flor”
sin querer cortarla.
.
Estoy sentado
y soy un actor mediocre.
El público es un cielo
que llama a las nubes
para dejar de ser azul.
Miro. Aquella papelera vacía
corrompida por su tristeza
quiere hablar con alguien.
Centenares de papeles rotos
hablan con el suelo amarillo.
.
Soy huraño. No soy puro.
No soy puro.
Odio.
Estoy harto de pasear entre ladridos,
de paseos entre ladridos
y semen en el pijama.
Confieso que soy
soledad sola.
.
Ella era una prostituta negra vestida con el peor de los gustos, era
grande como un hotel.
Reía con fuerza.Yo no la había alquilado para que riera.
Ella estaba llena de salud.
Yo no estuve a su altura.
Me fui
humillado
con las manos en los bolsillos
fumando y jurando un poco
(quería parecer un héroe moderno):
cada esquina de la calle me dolía.
.
Las estrellas iluminan pero no ven;
su tragedia es dar luz y ser ciegas;
yo no sé si ilumino;
creo que a mi lado
todo se oscurece.
Espero que la noche que yo hago
sea una noche clara,
con una pareja de hogueras
y con un leopardo.
.
Estoy milagrosamente.
Estoy milagrosamente.
Estoy entre mis llagas.
.
Mi sangre no es sabia;
yo busco un manantial de sangre sabia:
ríos de sangre sabia
para regar mi cuerpo.
.
No creo en los ovnis:
he gastado mi fe
viviendo como una serpiente.
Mi pantalón es azul;
soy extraño y
siento desprecio;
me desprecio a mí mismo
cuando hablo tanto de mí,
porque yo desprecio a los que se desnudan.
.
Lucharé contra todos los que digan
lo que yo digo.
.
Mujeres gratis, mujeres que se pagan con un beso.
Existen. Las he perseguido;
son estrellas fugaces
son faroles
son tímpanos
¡valen su peso en oro!
son lápices
son tigres
son las mujeres de los tigres
son sombras de agua
¿qué son?
.
porque yo soy sangre
.
(Pedro Casariego Córdoba, Poemas encadenados (1977-1987), Barcelona, Seix Barral, 2003)

HARKAITZ CANO


ALEMANIA AÑO CERO
.
Al volver del colegio traía en la cartera
trozos de carbón desprendidos de los carruajes.
Su familia los recibía cual oro en paño.
Pero las cosas se torcieron, padre murió,
la conciencia del niño dejó de medirse
en la escala de la picaresca.
El niño, antes de saltar al vacío,
observó su casa desde otra casa,
su ruina desde otra ruina;
su esqueleto desde otro esqueleto.
Vio las ventanas, tapiadas por maderos en cruz.
Ningún tesoro para un infante allí
tras los postigos carcomidos.
.
E la nave va. Y el niño, salta.
.
Rebobinamos la última secuencia una y otra vez,
resucitando al niño y desafiando a la gravedad,
cerciorándonos de los trucos de montaje:
nos aseguramos así de que Rossellini
dejó con vida al niño actor, al menos.
.
Abrimos la ventana, para ventilar.
.
(Harkaitz Cano, extraído del blog Las afinidades electivas)

KUTXI ROMERO

CREO QUE OBSERVÉ DEMASIADO...
.
.


Creo que observé demasiado
a los despojos
el fracaso es algo hipnótico
y absorbente
que da pie
a la magnificación de los interrogantes
estoy seguro que ante semejante duda
Becker no sabría qué responder
y Neruda se desangraría
en versos
de
...una
........tristeza
..................infinita.

.
(Extraído de la web La quimera de oro)

ÓSCAR AGUADO

De CANCIÓN DE CUNA PARA UN HÉROE


Al matar pájaros se va llenando el corazón de piedras
ahora es tarde
el amor es una rata asustada
y tú ahí
abriendo las ventanas de par en par
como hace la dulzura cuando se va para siempre
.
he bebido mucho ron
y la canción me duele en los labios
las olas no te llegan a la altura de la sonrisa
.
ya no me puede sonreír la flor muerta
mi sangre es la música de un naufragio
una rueda caminando sola
.
para que la muerte sea sincera
cabe una cereza en tu boca
.
(Óscar Aguado, Canción de cuna para un héroe, Ya lo dijo Casimiro Parker, 2009)

JULIO CÉSAR JIMÉNEZ

KOSTAS KARYOTAKYS, A PESAR DEL FRACASO DE SU PRIMER INTENTO DE SUICIDIO, DEFIENDE SU CONDICIÓN DE ELEGANTE AHOGADO
.
I
.
Hay razones poderosas
para cometer este crimen
y despedirse de la carne.
.
Hay que decidir claramente
si la mayor de estas razones,
querer más,
entraña buscarse ruinas
que brillan bajo la tierra,
que nos limpian el polvo
de los huesos,
desaguan un estómago hinchado
como este.
.
Antes de matarse
hay que mirar
si uno ya ha escampado por dentro
por si las olas te devuelven
a la arena.
.
II
.
No morirse del todo
exige dejar,
aquí en la tierra,
una gran idea.
......................Eso o ser,
a cualquier precio,
una sola y total
creación aislada.
Pongamos por ejemplo
escribir una obra decente
y después volverse loco
o hacer que te encierren o fusilen
o haber comido niños
que son sucesos
que quedan en el pueblo,
hitos en general
que merecen la pena
por mantener en vilo
ser o no alguien
a pesar de uno mismo.
.
No morirse sólo
no es morirse si es nada.
.
(Julio César Jiménez, La sed adiestrada, Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, 2008)

MARÍA VILLA DÍAZ


MALDITO SEA TU REINO
.
La garganta rota del grito desgarrado,
la lágrima amarga de este amargo tiempo,
donde, tanto te quise que me hice daño
entre las uñas, bajo la piel, sobre mi pecho.
En este duelo permanente
donde conviven
tu ausencia y mi deseo
y habiendo ganado mil batallas,
en este maldito reino de tu cuerpo,
ironías de la vida,
sigo perdiendo tu guerra
y te sigo maldiciendo
a ti y a tu puto reino.
.
(María Villa Díaz, Amar puede matar, Mitad Doble Ediciones, Málaga, 2009)

ÜMIT YASAR OGUZCAN

De UN MUNDO PARA DOS
.
En Shanghai las prostitutas no se acostaron conmigo
Eres feo dijeron
Estás sucio dijeron
Me lavé me purifiqué
Por el mar de China pasaban barcazas cargadas de opio
Alguien maldijo mi pasado
Lo agarré y lo maté
Mi pasado había sido bello limpio blanco contigo
Lo ensucié
Perdóname
.
(Ümit Yasar Oguzcan, Un mundo para dos, Hiperión, Madrid, 1999)

SERGI GROS


LIBRO
.
Escribid un libro
que no tenga márgenes
en los que acabar
siendo reescrito.
.
.
NIÑOS

En el exterior,
un armazón de uñas
y piel de elefante.
.
En el interior,
un bosque de huesos
y niños perdidos.


(Sergi Gros, Las rendiciones, Barcelona, Ed. Huacanamo, 2009)

BORIS VIAN


LOS PERROS, EL DESEO Y LA MUERTE

Cuento publicado originalmente con el seudónimo de «Vernon Sullivan». (N. del E.)

Me han jodido... Mañana voy a la silla. Pero lo escribiré en cualquier caso, pues me gustaría dejar una explicación. El jurado, como es natural, no comprendió nada. Además, Slacks está muerta. Me resultaba difícil hablar sabiendo que no me creerían. Si Slacks hubiera podido arrojarse del coche, si hubiera podido venir a contarlo... Pero por fin todo ha terminado. Ya no hay nada que hacer. Al menos en este mundo.
Lo malo, cuando se es taxista, son las maniáticas costumbres que se adoptan. Se circula durante todo el día y, por fuerza, acaban por conocerse todos los barrios. Hay algunos que se prefieren a otros. Conozco tipos, por ejemplo, que se dejarían hacer picadillo antes de llevar a un cliente a Brooklyn. Yo los llevo de buen grado. Los llevaba, quiero decir, porque ya no podré volver a hacerlo. Sí, es cuestión de costumbre. Como ésa que me dio de pasar casi todas las noches, hacia la una, por el Three Deuces. Cierta vez llevé a ese sitio a un cliente borracho perdido. Se empeñó en que entrara con él. Cuando salí, conocía de sobra el género de chicas que en aquel antro podían encontrarse. El resto vino rodado, como podrán comprobar por ustedes mismos...
Todas las noches, entre la una menos cinco y la una y cinco, pasaba por el lugar. Ella salía mas o menos a esa hora. En el Deuces actuaban cantantes con mucha frecuencia, y yo sabía quién era ella. La llamaban Slacks porque llevaba pantalones más a menudo que cualquier otro tipo de indumentaria . Después los periódicos dijeron también que era lesbiana. Casi siempre salía acompañada por los dos mismos fulanos, su pianista y su contrabajo, y se metían los tres en el coche del primero. Hacían un pase por otro antro, como diversión, y regresaban más tarde al Dcuces para acabar la noche. Esto lo supe más tarde.
Nunca permanecía demasiado tiempo allí. No podía conservar libre mi taxi durante todo el rato ni tenerlo estacionado demasiado tiempo. Siempre había más clientes en aquel lugar que en ningún otro sitio del recorrido habitual.
Pero, en la noche de la que hablo, tuvieron una agarrada entre los tres que resultó cosa seria. Ella le atizó al pianista un soberano puñetazo en el rostro. Tenía la mano singularmente pesada la maldita. Lo tiró al suelo con tanta facilidad como lo hubiese hecho un poli. Desde luego, él iba bastante bebido, pero aunque hubiera estado sobrio creo que se habría caído. Sólo que, borracho como una cuba, quedó tendido en la acera, mientras que el otro intentaba reanimarle arreándole bofetadas tales como para arrancarle la cocotera. No pude ver el final porque la chica optó por largarse. Abrió la portezuela del taxi y se sentó a mi lado, en el traspontín. Después encendió un mechero, y se puso a contemplarme colocándomelo debajo de las narices.
-¿Quiere que encienda la luz?
Contestó que no, y apagó el mechero. Nos pusimos en marcha. Un poco más lejos, después de haber girado en York Avenue, le pregunté la dirección, pues me di cuenta de que todavía no me había dicho nada.
-Todo recto.
A mí me daba lo mismo, claro está; el contador estaba funcionando. Así que continué recto. A esa hora sigue habiendo gente en los barrios de las boîtes, pero en cuanto se deja el centro, se acabó: las calles están desiertas. Nadie lo cree, pero pasada la una, es peor que los suburbios. Algunos coches solamente, y un tipo de vez en cuando.
Después de la idea de sentarse a mi lado, no cabía esperar gran cosa de la normalidad de la chica. La veía de perfil. Tenía el pelo negro llegándole hasta los hombros, y el tono de piel tan pálido que le daba aspecto casi enfermizo. Los labios pintados de un rojo casi negro, daban a su boca la apariencia de una oscura madriguera. El coche seguía su camino. Por fin se decidió a hablar.
-Déjeme conducir.
Paré el automóvil. Estaba decidido a no llevarle la contraria. Había visto la manera en que acababa de poner fuera de combate a su amigo, y no me apetecía en absoluto tener que vérmelas con una hembra como aquélla. Me disponía a echar pie a tierra cuando me agarró por el brazo.
-No merece la pena. Pasaré por encima de usted. Haga sitio.
Se sentó primero sobre mis rodillas y, a continuación, se deslizó a mi izquierda. Era de carnes firmes como una barra de hielo pero su temperatura era muy otra.
Se dio cuenta de que la cosa me había afectado; se puso a sonreír, pero sin malicia. Tenía aspecto de estar casi contenta. Cuando arrancó, pensé que la caja de velocidades de mi viejo cacharro iba a explotar. Nos hundimos como veinte centímetros en los respectivos asientos, tan brutal fue su manera de poner el coche en marcha.
Nos acercábamos a la parte del Bronx después de haber atravesado Harlem River, y seguía pisando el acelerador como una loca. Cuando me movilizaron tuve ocasion de ver conducir en Francia a determinados fulanos. Desde luego sabían darle marcha a un automóvil, pero, aun así, no lo castigaban ni la cuarta parte que aquella furia con pantalones. Los franceses se limitan a ser peligrosos. Ella era un cataclismo. Sin embargo, yo seguía sin decir nada.
¡Oh, el asunto les hace sonreír! Seguramente piensan que con mi estatura y mis músculos habría podido poner en su sitio a la damisela. Pero no, tampoco ustedes lo hubieran intentado después de ver la boca de aquella chica y el aspecto de su cara al volante del coche. Pálida como un cadáver, y aquel agujero negro... La miraba de reojo sin decir ni pío y procuraba estar atento al mismo tiempo. No me hubiese gustado nada que un poli nos hubiera visto a los dos en el asiento de delante.
Como ya he dicho, tampoco podrían ustedes creer la poca gente que se ve a partir de determinada hora en una ciudad como Nueva York. La chica daba una vuelta tras otra metiéndose por no importa qué calle. Circulábamos manzanas enteras sin encontrar ni un gato y, de vez en cuando, distinguíamos a uno o dos individuos. Un mendigo, en ocasiones una mujer y personas que regresaban de su trabajo. Hay tiendas que no cierran antes de la una o las dos de la madrugada y otras que incluso permanecen abiertas toda la noche. Cada vez que veía un fulano sobre la acera de la derecha, la chica daba un volantazo y procuraba pasar rozando el bordillo, lo más cerca posible del individuo en cuestión. Antes de llegar a su altura frenaba un poco. Después, daba un acelerón justo en el momento de pasar a su lado. Yo continuaba sin decir ni mus, pero a la cuarta vez que lo hizo, le pregunté:
-¿Para qué hace usted eso?
-Supongo que me divierte -contestó.
No respondí nada. Ella me miró. Como no me gustaba que separase los ojos de la calzada mientras conducía, la mano se me fue atomáticamente a sujetar el volante. Entonces, como el que no quiere la cosa, me la golpeó con su puño derecho. Pegaba como un caballo. Se me escapó una maldición, y ella volvió a sonreír.
-Resultan tan ridículos cuando saltan en el aire al oír el ruido del motor...
Sin duda alguna, tenía que haber visto al perro que en aquel momento cruzaba la calle. Me dispuse a agarrarme a algún sitio para prevenir las consecuencias del frenazo. Pero, lejos de aminorar la marcha, aceleró a fondo. Pude sentir el choque y oír el ruido sordo proveniente de la parte delantera del automóvil.
-¡Cuernos! -exclamé-. ¡Está empezando a pasarse! Un perrazo como ése ha debido abollarme la cafetera...
-¡Cierra el pico!
Parecía estar en trance. Los ojos le parpadeaban y el cacharro comenzó a hacer ligeras eses. Dos manzanas mas adelante paró junto a la acera.
Intenté bajar para ver si el golpe había dejado señales en la carrocería, pero volvió a cogerme por el brazo. Respiraba resoplando como un caballo.
En aquel momento, su cara... No, no puedo olvidar su cara... Ver a una mujer con esa expresión cuando es uno mismo quien la ha provocado es todo un placer, estamos de acuerdo... Pero estar a kilómetros de pensar en eso y verla así de repente... Había cesado de moverse y se limitaba a apretar cada vez con más fuerza el puño. Babeaba un poco. Tenía húmedas las comisuras de los labios.
Miré hacia fuera. No sabía dónde estábamos, pero no había nadie. Su pantalón se abría con un cierre de cremallera. En el interior de un coche, por regla general, no suele quedar uno demasiado satisfecho. Pero, a pesar de eso, nunca olvidaré aquella vez. Ni siquiera mañana, cuando los muchachos me hayan afeitado ya la cabeza.
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Un poco después la hice volver a pasar a la derecha y cogí de nuevo el volante. Casi inmediatamente me obligó a parar el coche. Se arregló lo mejor que pudo, sin parar de jurar como un carretero, y echó pie a tierra para acomodarse en la parte de atrás. Acto seguido me dio la dirección de una sala de fiestas a la que tenía que ir a cantar. Intenté darme cuenta de dónde nos encontrábamos. Me sentía perdido, como cuando uno se levanta después de un mes de convalecencia. Pero conseguí mantenerme en pie, cuando a mi vez, bajé para echar un vistazo a la parte delantera dcl coche. No tenía nada. Apenas una mancha de sangre extendida sobre la aleta derecha por efecto de la velocidad. Podía tratarse de cualquier tipo de mancha.
Lo más rápido era dar media vuelta y regresar por el mismo camino.
La veía en el retrovisor. Iba fisgoneando por el cristal de la portezuela. Cuando distinguí la mancha negra de la carroña sobre la acera, volví a oírla. De nuevo respiraba con más fuerza. El perro se movía todavía un poco. Debíamos haberle quebrado los riñones, y el animal se había arrastrado hasta el bordillo. Sentí ganas de vomitar y me noté desfallecer, pero, a mi espalda, ella comenzo a reírse. Viendo que me sentía mal, se puso a injuriarme en voz baja. Me decía cosas terribles, y hubiera podido poseerla otra vez allí mismo, en mitad de la calle.
No sé de qué estarán hechos ustedes, amigos, pero por mi parte, en cuanto la hube dejado en la sala de fiestas donde iba a seguir cantando, no pude quedarme fuera esperándola. Volví a ponerme en camino casi al instante. Tenía que volver a casa. Sentía necesidad de acostarme. Vivir solo no siempre resulta muy agradable, pero, carajo, felizmente estaba solo aquella noche. Ni siquiera me desnudé. Bebí algo de lo que tenía y me eché sobre el catre. Estaba muerto. Estaba verdaderamente muerto.
Por lo demás, al día siguiente por la noche estaba como un clavo en el mismo sitio, y la esperaba justo delante de la puerta. Bajé la bandera y me apeé para estirar un poco las piernas. Había movimiento en aquel lugar. No podía quedarme más rato. Y, sin embargo, la esperaba. Salió a la misma hora de siempre. Puntual como un reloj, la chica aquella. Casi al instante me vio. Y, desde luego, me había reconocido. Los dos fulanos la seguían como de costumbre. Ella sonrío con su sonrisa habitual. No, no se cómo decirlo. Al verla frente a mí, sentí que el suelo desaparecía bajo mis pies. Abrió la puerta del taxi, y los tres se metieron en su interior. Se me cortó la respiración. No me lo esperaba. Idiota, me dije. ¿Cómo no te has dado cuenta de que para una mujer como ésta todo se queda en caprichos? Una noche tal vez le hayas apetecido, pero la siguiente no eres más que un conductor de taxi. Un desconocido.
¡Y que lo digas...! ¡Un desconocido...! Conducía como un tarugo, y a punto estuve de empotrarme en la trasera del cochazo que llevábamos delante. Echaba humo, seguro. Me sentía mal y todo. Detrás de mí, los tres lo estaban pasando bomba. Ella les contaba historias con su voz hombruna, aquella voz, carajo, que parecía salir de la garganta a contrapelo. Oírla hacía el mismo efecto que una buena curda.
En cuanto llegamos, se apeó la primera. Los dos tipos ni siquera hicieron intención de pagar. También la conocían... Desaparecieron en el interior del local, y ella se asomó a mi ventanilla para acariciarme la mejilla como si fuese un niño. Acepté su dinero. No tenía ganas de discusiones. Intenté decirle algo, pero no supe qué. Fue ella quien habló.
-¿Me esperas? -dijo.
-¿Dónde?
-Aquí. Salgo dentro de un cuarto de hora.
-¿Sola?
Yo no cabía en mi pellejo. Hubiera querido retirar lo dicho, pero ya no podía retirar nada. Me clavó las uñas en la mejilla.
-¡Habráse visto! -dijo.
Sonreía todavía. Yo apenas si me daba cuenta de nada. Me soltó casi enseguida. Me toqué el carrillo. Sangraba.
-No es nada -añadió-. Te habrá dejado de sangrar cuando salga. Me esperas, ¿eh? Aquí.
Se metió en la boîte. Intenté verme en el retrovisor. Tenía tres marcas en forma de media luna en mitad de la mejilla. Una cuarta, algo mayor, frente a las anteriores. Apenas si salía sangre. No me dolían.
Así que esperé. Aquella noche no matamos nada. Por mi parte, tampoco obtuve recompensa.
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Me pareció que hacía tiempo que no hacía el asunto ése. Como no hablaba mucho, tampoco sabía demasiado sobre su vida. En cuanto a mí, vivía aletargado durante el día y, por la noche, cogía el armatoste y me iba a buscarla. Ya no se sentaba a mi lado. Hubiera sido demasiado tonto dejarnos echar el guante por eso. Cuando lo pedía, yo me bajaba y ella se ponía en mi sitio. Al menos dos o tres veces por semana conseguíamos dar caza a algún perro o a algún gato.
Pienso que empezó a apetecerle algo más a partir del segundo mes. La cosa comenzaba a hacerle menos efecto que las primeras veces, y creo que por entonces se le ocurrió la idea de buscar una presa más importante. El asunto me parecía natural, para qué engañarles... Ella no reaccionaba ya como antaño, y a mí me apetecía que volviera a hacerlo. Sí, lo sé. Dirán que soy un monstruo, pero ustedes no conocieron a aquella chica. Matar un perro o matar a un niño; me hubiese dado igual con tal de complacerla. Así que nos cargamos a una joven de quince años. Estaba paseando con su amigo, un marinero. Volvían del parque de atracciones... Pero mejor será que lo cuente.
Slacks se mostraba implacable aquella noche. En cuanto se montó, me di cuenta de que necesitaba algo. Al instante comprendí que, aunque tuviéramos que rodar toda la noche, habría que encontrar algo.
¡Caray, la cosa se presentaba mal! Enfilé directamente por Queensborough Bridge y, desde allí, por las autopistas de circunvalación. Nunca había visto tantos coches y tan pocos peatones. Lo normal, me dirán ustedes, en las vías rápidas. Pero aquella noche no me lo parecía. No, no estaba en lo que hacía. Rodamos kilómetros y kilómetros. Dimos toda la vuelta y, al final, nos encontramos en pleno Coney Island. Slacks llevaba el volante desde hacía un rato. Yo iba detrás, procurando sujetarme bien en los virajes. Simplemente esperaba, como de costumbre. Dicho está que yo vivía aletargado. Y sólo me despertaba cuando ella pasaba a la parte de atrás para reunirse conmigo. ¡Cuernos! No quiero volver a pensar en ello.
La cosa fue simple. Comenzaba a zigzaguear desde la Veinticuatro Oeste hacia la Veintitrés, cuando les vio. Se divertían caminando él sobre la acera y ella a su lado, por la calzada, para parecer aun mas pequeña. El muchacho era grandote, un mocetón. Vista de espaldas, la chica parecía muy joven. Tenía los cabellos rubios y llevaba un vestido diminuto. No había demasiada luz. Vi el movimiento de las manos de Slacks sobre el volante. Qué zorra. Bien sabía lo que se hacía. Cargó sobre el bordillo y enganchó a la chica a la altura de las caderas. Tuve la impresión de estar a punto de reventar. Sin embargo, reuní fuerzas para volver la cabeza. Como un amasijo de carne inerte, la joven estaba en el suelo. Su amigo gritaba y corría detrás de nosotros. Después vi salir de su escondrijo un coche verde, uno de los antiguos patrulleros de la policía.
-¡Más rápido! -grité.
Ella me miro un segundo, y a punto estuvimos de subirnos a la acera.
-¡Pisa...! ¡Pisa...!
Sé muy bien lo que me perdí en aquel momento. Lo sé. No veía más que su espalda, pero sé perfectamente lo que hubiera sido. Por eso, ahora, todo me importa un rábano, ¿me entienden? Por eso es por lo que me importa un bledo que los muchachos vayan a afeitarme el coco mañana por la mañana. Es más, por mí como si me quieren dejar flequillo, cosa de reírse un rato; o pintarme de verde, como el coche de la policía. Me da absolutamente igual, ¿me entienden?
Slacks pisaba. Consiguió salir del paso y desembocamos en Surf Avenue. La vieja cafetera hacía un ruido horroroso. Detrás, la de la policía debía estar empezando a darnos alcance.
Poco después alcanzamos una rampa de acceso a la autopista. Se acabaron los semáforos rojos. ¡Caray! ¡Si hubiera tenido otro coche...! Todo se conjuraba. Y el de atrás arrastrándose también, pero pisándonos los talones. Parecía una carrera de caracoles. Era como para arrancarse las uñas con los dientes.
Slacks ponía de su parte todo lo que podía. Yo seguía no viendo más que su espalda, pero sabía lo que le apetecía, y me apetecía tanto como a ella. Le chillé una vez mas: «¡Pisa!». Y pisó. A continuación volvió la cabeza un segundo. Otra patrulla desembocaba en aquel momento por una rampa en la pista. Ella no la vio. Nos alcanzaba por la derecha. Por lo menos venía a setenta y cinco por hora. Al ver el árbol me hice una bola, pero ella ni siquiera se inmutó. Cuando me sacaron de entre la chatarra berreaba como un animal, y Slacks seguía sin moverse. El volante le había hundido el tórax. La extrajeron con muchas dificultades tirando de sus pálidas manos. Tan pálidas como su cara. Babeaba todavía ligeramente. Tenía los ojos abiertos. Yo tampoco podía moverme a causa de mi pata, que se me había doblado de mala manera. Pero les pedí que acercaran su cuerpo a mi lado. Entonces fue cuando vi sus ojos. Y después la vi a ella. Tenía sangre por todas partes. Chorreaba sangre. Salvo del rostro.
Le quitaron el abrigo de piel y vieron que no llevaba nada debajo, excepto los pantalones. La pálida carne de sus caderas parecía asexuada y muerta bajo el resplandor de los reflectores de sodio que iluminaban la calzada. La cremallera del pantalón estaba ya abierta cuando nos dimos contra el árbol...
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(1947)
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(Boris Vian, El lobo-hombre, Barcelona, Círculo de lectores, 1990)

ROGER WOLFE


LA CONDICIÓN HUMANA

La vida nos tiene
tan ocupados
con sus absurdas menudencias
(cómo comer mañana, por ejemplo)
que nunca recordamos
lo que verdaderamente es importante.
Y ahora que lo pienso
no consigo recordar
lo que me ha impulsado a sentarme
a escribir este poema.
Aunque seguramente carecía
por completo
de importancia.

[Roger Wolfe, Noches de blanco papel (Poesía completa 1986-2001), ed. Huacánamo, 2008]

NOHEMÍ SOSA REYNA


RELOJ DE ARENA
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Era presbiteriana y se aburría
cuando le prohibieron los jeans
dejó de ir a la iglesia
hizo de la política su mística
desobediente fue
llovieron años sobre su cabeza
húmeda fue
.....................llena de sal
hasta que el sol salió
ya era de cristal
era reloj de arena
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(Nohemí Sosa Reyna, Reminiscencia de la mujer de Lot, México. 2005. Extraído de su blog nohemypoesia)

LUIS MIGUEL RABANAL


Del poemario MORTAJAS
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Al que contempla más veces
se le cae el cabello también.
Me conoce el anestesista
y sabe de mis gustos, labios
no mutilados por el filo de la felicidad.
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Nos falta la última ciruela,
los dedos que nunca van a reunir
su secreto y mi ternura.
Nos quedan tantas cosas
por hacer, el contagio de mi voz
por su silencio.
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Al día siguiente nos verán sonreír
los armoniosos y los menos lucidos.
Yo confío en la dosis exacta.
Sin mucho calor, sin despedidas.
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(Luis Miguel Rabanal, Mortajas, León, Eolas ed., 2009)

ROQUE DALTON


ALTA HORA DE LA NOCHE
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Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre
porque se detendrá la muerte y el reposo.
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Tu voz, que es la campana de los cinco sentidos,.
sería el tenue faro buscado por mi niebla.
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Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas.
Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta.
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.No dejes que tus labios hallen mis once letras.
Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio.
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No pronuncies mi nombre cuando sepas que he muerto.
desde la oscura tierra vendría por tu voz.
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No pronuncies mi nombre, no pronuncies mi nombre,
Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre.
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(Roque Dalton, Taberna y otros lugares, Baile del Sol, 2006)